Él fue un hombre muy entregado a Dios, siempre alentando a todos a seguir la palabra de Nuestro Señor, a aprovechar cada minuto y a vivir con paz en cada uno de sus corazones.
Disfrutaba juntar hojitas caídas de los árboles, tomar un cafecito sin azúcar al despertarse, comer bien, tomar el sol, contar anécdotas cuando era joven, reunirse con familiares y ver a sus chivas. Su pasión fue correr caballos e ir a misa y ver al Santísimo.
José Luis Gutiérrez Navarro deja un legado de amistades y familiares de toda la vida que lo recordarán con cariño.