Una lágrima se evapora,
una flor sobre mi tumba se marchita,
mas una oración por mi alma la recoge Dios.
No lloren, amados míos,
voy a unirme con Dios y
los espero en el cielo.
Yo muero,
pero mi amor no muere;
yo os amaré en el cielo
como los he amado en
la tierra.
A todos los que me
habéis querido os pido
que rueguen por mí, que es la
mayor prueba de cariño.
v.1.8.18