José Eugenio Orozco nació un sábado, 18 de abril de 1959 en la ciudad de Matamoros, Tamaulipas, México. Sus padres Rosario Pacheco y José Guadalupe Orozco, al igual que sus hermanos mayores, recibieron a ese bebe de ojos castaños en la familia. Eugenio fue el cuarto de ocho hermanos que incluían a Sergio, Jimmy, Antonio, Evangelina, Guadalupe, Minerva, Reymundo y José Guadalupe hijo. Eugenio creció en un hogar tremendamente humilde, situación muy común en esos tiempos en la ciudad de Matamoros. Una vida de carencias y una disciplina inflexible hicieron de Eugenio un niño maduro a una corta edad. Fue esa disciplina y una gran inteligencia que hicieron de Eugenio un líder, no solo entre sus hermanos, sino también en su vida diaria. Desde muy pequeño, Eugenio figuró formas de sobresalir para apoyar a su familia, a pesar de no poseer una educación primaria formal. Cuando muchos otros niños se encontraban en sus salones de clase aprendiendo a leer, Eugenio trabajaba descalzo, bajo el sol, la lluvia, o el frío distribuyendo pan o periódicos. Así obtenía un poco de dinero para comprar pan, una lata de chiles y leche para alimentar a sus hermanos menores. Conforme fue creciendo, sus trabajos incrementaron en dureza. Trabajó en la pesca y en la construcción instalando bloques de cemento. Pero nunca se dio por vencido y siguió adelante siendo una fuente de apoyo para sus hermanos.
A principios de los 70s, Eugenio conoció al gran amor de su vida, Francisca Juárez, y en 1973 formaron un hogar que duraría 46 años. Los dos se complementaban perfectamente. Los dos poseían una fe en Dios inquebrantable. Los dos tenían amor a la vida. Llevaban la música por dentro y les encantaba cantar. Eran un equipo de apoyo mutuo que hacían todo por progresar sin dejar atrás a sus seres queridos. Por ello, Dios les bendeciría con la llegada de dos hermosos hijos, Marco Antonio y Claudia Elizabeth, quienes llenaron sus vidas aun mas de amor y bendiciones.
Al igual que todo padre, Eugenio deseaba lo mejor para sus hijos y esposa. Por eso en 1983, decidió dejar Matamoros y trasladar a su familia a Houston, Texas. Una vez en Houston junto a seres queridos, Eugenio se apoyó en su inteligencia para aprender un nuevo lenguaje y un nuevo oficio y así sacar a sus hijos adelante. Aprendió a instalar azulejo – vocación que dominaría y la cual después ensenaría a sus hermanos, cuñados e hijo. Fue así como sacó adelante a su familia, compró su casa y les dio educación a sus hijos. Pero, sobre todo, siguió siendo una fuente de apoyo para sus seres queridos. Lo hacía por naturaleza. Con el tiempo, su pequeña familia empezaría a crecer. Se añadieron a la familia su nuera Silvia y su yerno Ryan al igual que sus nietas, Aracely y Anahí y tres nietos, Eugenio Piedad, Marco, y Kevin. Sus nietos fueron su adoración.
Eugenio junto a Francisca siempre se enfocaron en sus metas. Entre ellas estaba poder celebrar un día su boda en grande y por la iglesia, ya que en años anteriores su situación económica no les había permitido hacerlo. Y por fin, en el año 1996, Eugenio y Francisca celebraron su gran boda entre familiares y amigos. Y continuaron siendo felices por muchos años.
A pesar de haber logrado y dado mucho, la vida pondría a prueba una vez más a Eugenio. En el año 2010, sus riñones dejaron de funcionar y se tendría que someter a diálisis de cuatro horas, tres veces por semana. Mientras hacía trabajo en su casa, se quebró una pierna y fue necesario colocarle una barra de metal interna para que pudiera caminar. Batalló por muchos años con esa barra de metal mientras se sometía a la diálisis. Pero Eugenio siempre encontró apoyo en Dios, en su fe en la Virgen de Guadalupe y en su querida Francisca. Con esa fuerza espiritual, siguió hacia adelante, trabajando, planeando y cumpliendo sus metas. Viajó junto a Francisca hasta la Ciudad de México para visitar la basílica. Visitaron varias ciudades de los Estados Unidos con sus hijos y nietos. Viajaron con sus cuñados, hermana y sobrinos a Matamoros, Reynosa y Sabinas Hidalgo una cantidad de veces. A él y a Francisca les encantaba divertirse en los casinos de Luisiana y viajaban regularmente. También continuaron haciendo nuevas amistades por todos lados porque tenían un magnetismo positivo que atraía a todos. Y, sobre todo, continuaron haciendo lo que más les gustaba, continuaron arreglando y remodelando su casa, ese hogar por el cual trabajaron mucho. Todo lo enfrentaban juntos. Todo lo superaron juntos.
Pero los planes de Dios solo los decide Él. Y en mayo del 2020, Francisca falleció dejando a Eugenio a que siguiera su camino solo, sin su compañera. Antes de su partida, Francisca tuvo un deseo y Eugenio se lo concedió, como siempre, y la trasladó junto a su familia a visitar a la Virgen de San Juan del Valle en San Juan, Texas. Una vez de vuelta en casa, Eugenio estuvo junto Francisca hasta que ella se quedó dormida para ya no despertar. Eugenio tendría que enfrentarse a la vida sin el amor de su vida – tuvo que experimentar esa soledad inescapable a pesar de tener la constante compañía de sus hijos y todos sus seres queridos. Aun así, Eugenio continuó su vida manteniendo la memoria de Francisca viva y planeando para el futuro. Pero una vez más, Dios ya había decido. Después de haber pasado una navidad feliz junto a sus hijos y nietos, Dios visitó el hogar de Eugenio y Francisca el 26 de diciembre del 2020. Dios tocó a Eugenio y su cuerpo cansado cayó al suelo dejando salir su alma. Su larga espera había terminado y finalmente se encontró con su amada Francisca para seguir su camino espiritual juntos, así como Dios los había unido en vida.
Sus queridos hijos Marco Antonio y Claudia Elizabeth, su nuera Silvia Guajardo, su yerno Ryan Thomas, y sus nietos Aracely, Anahí, Eugenio, Kevin y Marco, al igual que a sus hermanos, sobrinos, y amigos quedan atrás para continuar sus vidas y recordar a Eugenio y Francisca.
La palabra de Dios dice en Juan 11:25-26, “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mi vivirá, aunque muera; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás.”
Eugenio estará eternamente en nuestros corazones. Descansa en paz, José Eugenio Orozco.
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v.1.8.18