Maria Mejia Parra – The world has lost a beloved Great Grandmother, Grandmother, Mother, Aunt, Sister, Daughter, and a true child of God, but Heaven has gained an Angel! She is survived by her children, Lorena Parra, Mireya Parra, Fernando Parra, and Mario Parra, and “Mimi” her dog (from oldest to youngest). Maria was extremely special to so many people and had such a positive impact on all! Born in Matachi, Chihuahua, Mexico on May 14, 1951, she moved to the United States at an early age with her family. Through the years, Maria worked extremely hard to obtain the “American Dream”, always working for everything she strived for. Maria was an amazing mother who was always there when anyone needed her, no matter what. She lived a simple, humble life, whose doors were always open to everyone. She had an amazing heart, and a love for her family that was unmatched! Maria’s faith and her love for God were always number one, and she did her best to pass that on to her children. She was a small woman in stature (4’11”) but had such a huge impact on everyone who met her! Maria had a work ethic like no other, at 71 years old she insisted on continuing to work, even though we were all trying to convince her to fully retire, she was very independent and enjoyed shopping online. She was very quirky and had a cute sense of humor, from the little jokes she used to make, to the little quotes hanging on the wall around her home. She loved angels, clocks, boxing, and just hanging around the house with her family watching movies and TV shows.
“A Mother’s Love”
There are so many things I’ll remember about my mom, how soft her hands were, how her eyes sparkled, how kindhearted she was, how her smile lit up her entire face, every day for the rest of my days on this earth, there will be a void in my heart!
I’ll remember the sound of her laugh, and the tone of her voice when she scolded me. But most of all, I’ll remember how I felt when she said to me “I love you too”.
My mother was a gift from God which He used to demonstrate His love for all her children. I know for a fact that I’ll never feel that same love that my mother showed us, but I have peace in my heart knowing that I’ll see her again one day.
2 Corinthians 5:8 – But we trust, I say, and rather willing to be absent from the body, and to be present with the Lord.
María Mejía Parra – El mundo ha perdido a una querida bisabuela, abuela, madre, tía, hermana, hija y una verdadera hija de Dios, ¡pero el Cielo ha ganado un ángel! Le sobreviven sus hijos, Lorena Parra, Mireya Parra, Fernando Parra, Mario Parra, y "Mimi" su perrita (de mayor a menor). ¡María fue extremadamente especial para tanta gente y tuvo un impacto tan positivo para todos! Nacida en Matachi, Chihuahua, México el 14 de mayo de 1951, se mudó a los Estados Unidos a una edad temprana con su familia. A través de los años, María trabajó muy duro para obtener el "sueño americano", siempre trabajando por todo lo que se esforzó. María era una madre increíble que siempre estaba allí cuando alguien la necesitaba, sin importar qué. Vivió una vida sencilla y humilde, cuyas puertas siempre estuvieron abiertas a todos. ¡Tenía un corazón increíble y un amor por su familia que no tenía limite! La fe de María y su amor por Dios siempre fueron el número uno, e hizo todo lo posible para transmitirlo a sus hijos. Era una mujer pequeña de estatura (4'11") ¡pero tuvo un gran impacto en todos los que la conocieron! María tenía una ética de trabajo como ninguna otra, a los 71 años insistía en seguir trabajando, a pesar de que todos estábamos tratando de convencerla de que se jubilara por completo, era muy independiente y disfrutaba comprando en línea. Era muy peculiar y tenía un lindo sentido del humor, desde los pequeños chistes que solía hacer, hasta las pequeñas citas que colgaban en la pared alrededor de su casa. Le encantaban los ángeles, los relojes, el boxeo y simplemente pasar el rato por la casa con su familia viendo películas y programas de televisión.
"El Amor de Una Madre"
Hay tantas cosas que recordaré de mi madre, lo suaves que eran sus manos, cómo brillaban sus ojos, lo bondadosa que era, cómo su sonrisa iluminaba todo su rostro, todos los días durante el resto de mis días en esta tierra, ¡habrá un vacío en mi corazón!
Recordaré el sonido de su risa y el tono de su voz cuando me regañó. Pero sobre todo, recordaré cómo me sentí cuando me dijo "Yo también te amo".
Mi madre fue un regalo de Dios que Él usó para demostrar Su amor por todos sus hijos. Sé de cierto que nunca sentiré el mismo amor que mi madre nos mostró, pero tengo paz en mi corazón sabiendo que la volveré a ver algún día.
2 Corintios 5:8 – Pero confiamos, digo, y más bien dispuestos a estar ausentes del cuerpo, y a estar presentes con el Señor.
Fond memories and expressions of sympathy may be shared at www.AdvantageMaryvale.com for the Parra family.
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v.1.9.5