Siempre recordare a Rosina como una segunda mama. Muchos carinos a mis primos con quienes pase tantos momentos felices.

Tia Rosina,
You will always be remembered for your beautiful smile, laughter and fun-loving personality.  God bless you and may you rest in peace.  Mark and Sarita

Recuerdo de mi tía Rosina

Tengo la suerte de haber tenido durante toda mi vida a unos tíos y tías que siempre estuvieron presentes en mi vida, dispuestos a servirme de padres en caso de que me faltaran los míos. Y así fue. Cuando en 1962 mi hermana y yo salimos de Cuba y fuimos a vivir con ellos en lo que mis padres lograban unirse a nosotras, tanto Rosina y Arturo, como Marta y Jorge, nos acogieron en sus casas y nos trataron como sus hijas.

Cinco años después, en el 1967, cuando mis padres decidieron enviarnos a mi hermana y a mí a España para que estudiáramos, de nuevo Rosina nos recibió en su casa.  Allí, como siempre, Conchi y yo nos sentimos como si fuéramos parte de la familia. Ni un momento, durante todo ese año, recuerdo sentir que no estaba en mi casa.  Éramos ocho muchachos, 6 hijos de mis tíos y nosotras dos; 10 personas en un piso donde solo había una cocina y varios dormitorios. Mi tía Rosina, en esa cocina, siempre optimista y contenta, resolvía todos los problemas y situaciones que surgían. Fue un año que atesoro por lo bien que la pasé, lo mucho que aprendí y el cariño que recibí.

Tengo una familia de gente muy buena. Mis padres y mis tíos vivieron situaciones muy difíciles cuando mis hermanos y primos éramos pequeños (yo, la mayor de todos tenía 11 años y detrás de mi había todo un batallón de niños), pero no importaba lo que estuviera pasando, cuán crítica fuera la situación, nuestro bienestar y nuestra felicidad siempre ocupaban el primer lugar.  Mi querida tía Rosina era una de las primeras en asegurarse de que los niños siempre estuviéramos bien. 

Cuando mi padre murió en el 1982, mi tía Rosina estuvo con nosotros en todo momento. Sus palabras y las de mi tío Jorge me sirvieron para poder sobrevivir lo que parecía una pérdida imposible de soportar. Los dos lograron que no me sintiera tan desamparada y que sacara fuerzas para servir de apoyo a mi madre en esos momentos tan terribles. 

Aunque no pude estar cerca de ella durante estos últimos años, voy a extrañarla mucho. Era uno de los pilares de nuestra familia y de mi vida. Menos mal que su cariño y bondad no tienen límites así que los seguiré sintiendo a pesar de su ausencia.

Te recordare siempre con carino como una hermana. Alicia

Recuerdos de mi tà­a Rosina.

Tengo la suerte de haber tenido durante toda mi vida a unos tà­os y tà­as que siempre estuvieron presentes en mi vida, dispuestos a servirme de padres en caso de que me faltaran los mà­os. Y asà­ fue. Cuando en 1962 mi hermana y yo salimos de Cuba y fuimos a vivir con ellos en lo que mis padres lograban unirse a nosotras, tanto Rosina y Arturo, como Marta y Jorge, nos acogieron en sus casas y nos trataron como sus hijas.

Cinco años después, en el 1967, cuando mis padres decidieron enviarnos a mi hermana y a mà­ a España para que estudià¡ramos, de nuevo Rosina nos recibià³ en su casa.  Allà­, como siempre, Conchi y yo nos sentimos como si fuéramos parte de la familia. Ni un momento, durante todo ese año, recuerdo sentir que no estaba en mi casa.  à‰ramos ocho muchachos, 6 hijos de mis tà­os y nosotras dos; 10 personas en un piso donde solo habà­a una cocina y varios dormitorios. Mi tà­a Rosina, en esa cocina, siempre optimista y contenta, resolvà­a todos los problemas y situaciones que surgà­an. Fue un año que atesoro por lo bien que la pasé, lo mucho que aprendà­ y el cariño que recibà­.

Tengo una familia de gente muy buena. Mis padres y mis tà­os vivieron situaciones muy difà­ciles cuando mis hermanos y primos éramos pequeños (yo, la mayor de todos tenà­a 11 años y detrà¡s de mi habà­a todo un batallà³n de niños), pero no importaba lo que estuviera pasando, cuà¡n crà­tica fuera la situacià³n, nuestro bienestar y nuestra felicidad siempre ocupaban el primer lugar.  Mi querida tà­a Rosina era una de las primeras en asegurarse de que los niños siempre estuviéramos bien. 

Cuando mi padre murià³ en el 1982, mi tà­a Rosina estuvo con nosotros en todo momento. Sus palabras y las de mi tà­o Jorge me sirvieron para poder sobrevivir lo que parecà­a una pérdida imposible de soportar. Los dos lograron que no me sintiera tan desamparada y que sacara fuerzas para servir de apoyo a mi madre en esos momentos tan terribles. 

Aunque no pude estar cerca de ella durante estos àºltimos años, voy a extrañarla mucho. Era uno de los pilares de nuestra familia y de mi vida. Menos mal que su cariño y bondad no tienen là­mites asà­ que los seguiré sintiendo a pesar de su ausencia.

Maribel

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Rosa Perez

18 décembre 1927 – 18 août 2017

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