Por más de un año, el coordinador; voluntarias y voluntarios me apoyaron acompañando a mi mami para que yo pudriera tener tiempo libre. Y no solo la acompañaron sino que rezaban con ella, la entretenían, le cantaban, la mimaban, le daban de comer, le daban masaje, le daban manicure, la hacían reír, la atendían en todas sus necesidades, la rodeaban de alegría y de amor.
Este Ministerio fue un instrumento del inmenso amor de Papito Dios y Mamita Maria sobre todo en el último mes de vida de mi mami cuando fue hospitalizada. El mismo coordinador, Miguel Piñón, se quedaba en el hospital 3 noches por semana para que yo pudiera descansar y atender a mis hijos. Angie Blass se quedaba 3 días a la semana, día y noche. Consuelo Medrano, sus días libres se los dedicaba a mi mami.
Yo había estado posponiendo por mucho tiempo un viaje a México a resolver trámites importantes por no dejar a mi mami. El 17 de febrero, el doctor me avisó que iba a darla de alta en una semana y me aconsejó hacer el viaje de inmediato ya que ahí estaba bien atendida y también el equipo de la Tercera Edad me ofreció que no la dejarían sola, ni de día ni de noche.
Dos días después que me fui a México, Mami falleció. Ahora comprendo lo maravilloso y misericordioso que fue Dios N. S. con mi mami y conmigo, al haberme facilitado todo para que yo viajara, porque si yo hubiera seguido al lado de mi mamá, le hubiera bloqueado la presencia de tantos Ángeles que estuvieron con ella sobre todo los 2 últimos días de su vida. La rodearon de atención, amor, entretenimiento, oración, alegría, paz, conversación. Le dieron todo lo que yo ya no podía darle, yo ya estaba agotada, rendida. Y a mi Papito Dios me evitó el dolor de ver morir a mi mami. En mi recuerdo esta una mamá viva.
Estando en México, recibí la noticia de su muerte al lado de una de mis mejores amigas Milagros Sandoval, quien estuvo conmigo también cuando mi papi falleció. Juntas rezamos su primer rosario y la primera noche de duelo la pasé yo sola en el hotel, en completo silencio, sintiendo una unión indescriptible con Dios y mi mamá. Estuve en esos momentos de dolor profundo en mi país con la compañía de mis amistades de la infancia y juventud que son como mi familia. No pude darme el lujo de deprimirme ya que al día siguiente tenía que resolver todo lo que me hizo viajar a México.
Además, Papito Dios preparó la partida de mami gradualmente. Cuando mami sale de casa teníamos la esperanza de que iba a regresar del hospital, como innumerables veces había pasado. Su cama de hospital, su sillón reclinable de ruedas y todo su equipo lo recogieron cuando mami aun estaba viva recuperándose en el hospital lo que ayudó a mis hijos y a mí a que nos fuéramos acostumbrando a que mami ya no estaba en casa. Y así seguimos sintiendo que ella está viva en otro lugar, no en el hospital ahora en el cielo donde ya no sufre y en donde nos espera.
Dios facilitó mi viaje hasta el grado de conseguir un boleto de avión muy económico a pesar de ser de último momento. Antes de saber que iba a viajar fui anotando en el calendario las voluntarias y voluntarios que se habían ofrecido acompañar a mi mamá, sin yo misma darme cuenta que estaba cubierto todo el tiempo necesario para que yo viajara.
Al llegar a México quede incomunicada ya que el servicio internacional de mi teléfono celular no funcionó, yo me reportaba con mi hija en la mañana y en la noche pero no había manera de que me localizaran a mí.
El domingo 21 de febrero fui a la Basílica de Guadalupe a misa de 12:00PM a encomendarle a mi mami a Nuestra Santísima Madre, le pedí que no sufriera y que Ella fuera su madrina en el momento de su muerte para que de su mano llegara ante la presencia de Nuestro Señor e intercediera por la salvación de su alma.
Alrededor de las 5:30PM estaba casi terminando de comer cuando sentí que un viento fuerte paso detrás de mí y tocaron mi hombro, lo que me hizo brincar y voltear. Mi amiga dice que cuando yo sentí esto, ella se quedó sin habla porque vio salir del pasillo de donde salían las meseras, a una señora que subió una escalera que estaba enfrente de nuestra mesa y cuando volteó hacia donde estábamos vio que la señora tenia toda la cara de mi mamá, como cuando estudiábamos en la universidad. Dice que ya no comentamos nada de lo que sentí porque yo me fui a los teléfonos para hablarle a mi hija con quien no me había podido comunicar en la mañana.
Cuando regresé a la mesa mi amiga no me quiso inquietar, ella sí presintió la muerte de mamá, pero pensó que no era cierto su presentimiento porque yo acababa de hablar con mi hija y todo estaba bien, solo que Karine aun no sabia que su abuelita acababa de morir.
Cuando le avisaron a mi hija, ella tomó mi lugar y se encargó de todos los trámites en el hospital y con la funeraria. No permitió que las enfermeras mandaran a su abuelita a la morgue. Sin tener ningún documento localizó a la funeraria con quien yo ya tenia desde hacia varios años arreglado todo para su cremación y Karine se encargo de firmar en mi lugar todos los documentos.
Karine, quería evitarme el dolor de que me dieran la noticia de la muerte de mami y en un principio de resistió y pedía que no me localizaran. Además ella sabía que no me iban a poder localizar ya que yo acababa de hablar con ella y sabía que la llamaría hasta en la noche. Sin embargo, el Espíritu Santo la iluminó y con la ayuda del Sr. Miguel Piñón llamó a los teléfonos, que quedaron grabados en su celular, de donde yo la había llamado y milagrosamente se comunicó con una amiga a quien yo estaba llamando al mismo tiempo, así me pudieron localizar.
No tengo palabras como agradecerle a Miguel Piñón todo su apoyo, su ayuda, sus desvelos y que a pesar de su cansancio, su trabajo, sus estudios y todas las actividades y responsabilidades que tiene con la iglesia haya hecho tiempo para estar con mi mamá y que gracias a su servicio internacional en su celular se pudieron comunicar conmigo.
Así mismo agradezco a mi buena amiga y vecina Maria Urcuyo quien dejó de ir a una fiesta el sábado por sentir la necesidad de estar con mi mamá, quien le dio sus últimos desayunos quien regresó en la tarde del Domingo a estar nuevamente con mi mamá, Maria fue quien me dio la noticia de su muerte, a quien le agradezco desde lo más profundo de mi corazón que haya pensado en ponerme en alta voz para poder escuchar y participar de la oración en el momento en el que la funeraria llegó a recoger su cuerpo. Gracias a Maria mi voz estuvo presente en la oración, pude despedirme de mi mamá, pedirle perdón por no haber estado a su lado y mandarle mi bendición.
También quiero agradecer extensivamente desde lo más profundo de mi corazón a Angie Blass quien recibió él ultimo suspiro de mi mami y también a quienes acompañaron a mi hija a resolver todo, ese día. Miguel, Angélica, Maria, Celia, Graciela.
Otro agradecimiento especial al Padre Vicente Agila por haber instituido el Ministerio de la Tercera Edad y a Tere Barrón por haberle informado a Miguel las necesidades de mi mamá. Y a mis queridas Hermanas Carmelitas del Sagrado Corazón de Jesús, la Hermana Maria Ester; la Hermana Toñita; La Hermana Letty y la Hermana Lolis, en quienes siempre he encontrado consuelo, consejo y el apoyo de sus oraciones. Asi como también a Alicia Quintanilla por el apoyo que le ha dado a este Ministerio.
Quedan en mi corazón grabados los nombres de todos y cada uno de quienes le dieron a mi mami el regalo mas preciado que no se puede comprar ni renovar que fue “su tiempo” gracias por habérselo dedicado, bien sea en el hospital o en la casa.
Gracias a: Miguel Piñón, Angélica Blass, Maria Urcuyo, Celia Jiménez, Graciela García, Tere Mesa, Guillermina Hernández, Consuelo Medrano, Sal Lacayo, Conchita Sobarzo, Grace Arana, Maria Marín, Isabel Cruz, Uvaldina Salvador, Dora Jiménez, Silvia Rubio, Octavia Ramirez, Maria Elena Santos, Deyanira García, Rita Montesano, José Vera, Maura, Jessica Verdinez, Araceli Muñoz, Gabriela Perales, Maria Luisa Rodríguez, Yolanda Sánchez.
Gracias a mis amistades que también le dieron el regalo de su tiempo y cuidado a mi mamá Elia Vargas, Milagros Sandoval, Rosi Rodríguez, Marines Hernández, Gloria Enríquez, Anita Hasselbring, Raquel López, Carolina Pérez, Patí Sullivan, Lucy Marín, Aída Bustamante, Fanny Santos, Mari Uribe, Pete Martínez, Yolanda Tenorio, Martha Rivas.
Special Thanks to Anice Peterson. Thanks to her I could attend mass with my children every Sunday during the last year of my mother’s life.
También agradezco a Lucila Jerez por el buen trabajo, por su profesionalismo y amor con el que desempeñó su trabajo durante los últimos 5 años que estuvo al cuidado de mama, así como a Fanny Fonseca, Yesenia Alleyne, Helena Flores quienes también demostraron una gran diligencia y amor en el desempeño de su trabajo.
A quienes también les quiero expresar mi agradecimiento con todo mi amor es a mis hijos Karine y Jean Charles quienes siempre le dieron a su abuelita, paciencia, amor, prioridad, cariño, cuidado y mucho amor. Gracias a su apoyo pude tener en casa a mi mama. Muchas gracias adorados hijos.
Le pido a Papito Dios y Mamita Maria que a todos y cada uno de ustedes los recompensen por ese regalo de amor que nos dieron, por haberme acompañado a los rosarios y por todas sus oraciones. Estarán siempre en un lugar muy especial de mi corazón.
Muchas gracias.
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