Gregoria Gómez Ramírez, cariñosamente conocida como “Gollita”, nació el 17 de
noviembre de 1924 en la ciudad de Tiguabos, en Guantánamo, Cuba, hija de Juan
Gómez y Aeropaquita Andronica Ramírez Pérez. Pasó su infancia en San Juan de Monte Ruz,
donde su familia cultivaba una finca de café. Allí creció junto a sus cinco hermanos, disfrutando
de su juventud montando a caballo y rodeada de la belleza del campo que tanto amaba.
A los diecisiete años, conoció a un Joven llamado José, conocido como “Pepín”.
Desde el primer momento, Pepín dijo: “ Ella será la madre de mis hijos”. Gollita también se enamoró de él al instante, aunque al principio a la cotorra de Gollita no le agradaba Pepín porque lo picoteaba. Parecía que su amor estaba destinado a ser, ya que compartían el mismo día de cumpleaños . Poco después se casaron y tuvieron cuatro hijas . Más adelante, se mudaron a la ciudad de Guantánamo, donde abrieron una tienda de víveres y construyeron una vida llena de trabajo y comunidad. Desafortunadamente, vivieron la triste pérdida de una de sus hijas a los siete años. Años después, llegó su único hijo varón Jose Manuel.
Gollita y Pepin afrontaron juntos los altibajos de la vida, navegando el difícil contexto político de Cuba, lo cual eventualmente llevó a la separación de su familia cuando sus hijas buscaron una nueva vida en el extranjero entre 1970 y 1985. La separación fue muy dolorosa para Gollita, quien soportó la distancia de sus hijas durante muchos años. Finalmente, ella y pepin lograron reunirse con ellas en el extranjero, aunque tuvieron que dejar a su hijo José Manuel en Cuba. Pasaron varios años antes de que la familia pudiera reunirse por completo en los Estados Unidos, donde Gollita y Pepín vivieron entre Los Ángeles y Nueva Jersey, cerca de sus hijas. Tras el fallecimiento de Pepín, Gollita se trasladó a Arizona para vivir con su hija Nancy y nieta Nancita quienes cuidaron de ella hasta sus últimos días.
El 13 de noviembre de 2024, apenas tres días antes de cumplir sus cien años, Gollita falleció en paz, rodeada de sus cuatro hijos, numerosos nietos y bisnietos. Vivió casi un siglo lleno de amor, fortaleza y dedicación a su familia.
Gollita fue una mujer de fe profunda y fuerza inquebrantable. Fue una esposa devota, profundamente enamorada de Pepín a lo largo de toda su vida, una madre protectora y un ejemplo para sus hijos, a quienes inculcó los valores de disciplina, amor a Dios y bondad hacia los demás. Como abuela y bisabuela, fue cariñosa y generosa con su tiempo y su amor. Su legado vive en sus cuatro hijos, doce nietos, diecinueve bisnietos y dos tataranietos que la sobreviven.
Su vida, rodeada del amor de su familia y marcada por su fortaleza y gracia, será recordada
como un ejemplo duradero de amor y unidad.
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v.1.13.0