Jose Manuel Urquijo passed away surrounded by his loved ones at the age of 93. Born on October 2, 1930, in Pinar del Rio, Cuba, Jose was one of ten children. He now joins all but one in the afterlife, reunited with his beloved brothers and sisters.
On March 16, 1962, Jose married Maria Caridad Sierra Machado in Havana, Cuba. Together, they formed a beautiful life, blessed with over 62 years of marriage, two children, seven grandchildren, and nine great-grandchildren. Their bond was a testament to love, family, and resilience.
On April 5, 1980, seeking a better future for their family, Jose and Maria sought refuge in the Peruvian Embassy in Havana and embarked on their courageous journey to the United States during the Mariel boatlift. They arrived in Key West, Florida, with his mother in-law, their 17-year-old and 14-year-old children, the clothes on their backs, and a dream of a better life. They settled in the Cuban enclave of Union City, New Jersey, where Jose worked tirelessly to build a new life for his family.
Jose was not a man of many words, but rather let his actions and work ethic speak for themselves, providing his family with opportunities he never had. Throughout his life, Jose was dedicated to his children and grandchildren, ensuring the values of hard work, education, and family were passed down through the generations. He took immense pride in seeing his children and grandchildren achieve their dreams.
Jose served his new community by working for the Union City Parking Authority for over 17 years and continued his dedication to public service as a crossing guard for Union City Public Schools for over 10 years after his retirement from the Parking Authority. His commitment and hard work for his community were evident to all who knew him.
Jose had a notorious sweet tooth, and his love for sweets was well-known among his family and friends, and all the bakeries on Bergenline Avenue in Union City. He never met a dessert he didn’t like. In his later years, Jose was always ready to leave the holiday or family gathering once dessert had been served, satisfied and ready to go back home.
Jose is survived by his beloved wife Maria Caridad, his two children Mayra Urquijo Ogurek and Jose M. Urquijo, his son-in-law Rick Ogurek, his daughter-in-law Idelsi Urquijo, seven grandchildren Joanmanuel, Paul, Allen, Ashley, Mariel, Alina, and Amy, and nine great-grandchildren Jaiden, Dominic, Justice, Gabriela, Aubree, Liberty, Bryzon, Lorenzo, and Zariah. He was preceded in death by his siblings, except for his surviving sister, Paula Blanca Urquijo, who remains in Pinar del Rio, Cuba, at 99 years young.
Jose’s journey from Cuba to the United States is a powerful testament to the strength, determination, and love that defined his life. He was deeply grateful for the opportunities that this country provided him and his family and took immense pride in having become a U.S. citizen, making sure to vote whenever there was an election. Jose will be deeply missed but forever remembered in the hearts of those who loved him.
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José Manuel Urquijo falleció rodeado de sus seres queridos a la edad de 93 años. Nacido el 2 de octubre de 1930 en Pinar del Río, Cuba, José fue uno de diez hermanos. Ahora se une a todos menos uno en el más allá, reunido con sus queridos hermanos y hermanas.
El 16 de marzo de 1962 José se casó con María Caridad Sierra Machado en La Habana, Cuba. Juntos formaron una vida hermosa, bendecida con más de 62 años de matrimonio, dos hijos, siete nietos y nueve bisnietos. Su vínculo fue un testimonio de amor, familia y resiliencia.
El 5 de abril de 1980, buscando un futuro mejor para su familia, José y María buscaron refugio en la Embajada del Perú en La Habana y se embarcaron en su valiente viaje a los Estados Unidos durante el éxodo del Mariel. Llegaron a Key West, Florida, con sus hijos de 17 y 14 años, la ropa que llevaban puesta y el sueño de una vida mejor. Se establecieron en el enclave cubano de Union City, Nueva Jersey, donde José trabajó incansablemente para construir una nueva vida para su familia.
José no era un hombre de muchas palabras, sino que dejó que sus acciones y su ética de trabajo hablaran por sí solas, brindándole a su familia oportunidades que nunca tuvo. A lo largo de su vida, José se dedicó a sus hijos y nietos, asegurándose de que los valores del trabajo duro, la educación y la familia se transmitieran de generación en generación. Se enorgullecía inmensamente de ver a sus hijos y nietos alcanzar sus sueños.
José sirvió a su nueva comunidad trabajando para la Autoridad de Estacionamiento de Union City durante más de 17 años y continuó su dedicación al servicio público como guardia de tránsito para las Escuelas Públicas de Union City durante más de 10 años después de su retiro de la Autoridad de Estacionamiento. Su compromiso y arduo trabajo por su comunidad fueron evidentes para todos los que lo conocieron.
José era muy goloso y su amor por los dulces era bien conocido entre su familia y amigos, y en todas las panaderías de Bergenline Avenue en Union City. Nunca encontró un postre que no le gustara. En sus últimos años, José siempre estaba dispuesto a salir temprano de la festividad o reunión familiar una vez servido el postre, satisfecho y listo para regresar a casa a descansar.
A José le sobreviven su amada esposa María Caridad, sus dos hijos Mayra Urquijo Ogurek y José M. Urquijo, su yerno Rick Ogurek, su nuera Idelsi Urquijo, siete nietos Joanmanuel, Paul, Allen, Ashley, Mariel, Alina y Amy, y nueve bisnietos Jaiden, Dominic, Justice, Gabriela, Aubree, Liberty, Bryzon, Lorenzo y Zariah. Le precedieron en la muerte sus hermanos, a excepción de su hermana sobreviviente, Paula Blanca Urquijo, quien permanece en Pinar del Río, Cuba, a los 99 años.
El viaje de José de Cuba a los Estados Unidos es un poderoso testimonio de la fuerza, la determinación y el amor que definieron su vida. Estaba profundamente agradecido por las oportunidades que este país le brindaba a él y a su familia y se enorgullecía inmensamente de haberse convertido en ciudadano estadounidense, asegurándose de votar cada vez que había elecciones. A José lo extrañaremos profundamente, pero lo recordaremos para siempre en los corazones de quienes lo amaron.
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