Carmen Ana de León nació en el pintoresco pueblo de Vega Alta, Puerto Rico, un 13 de Diciembre de 1918. Sus padres Gregorio de León y María Martínez establecieron su hogar en Las Mitilias, Vega Baja. Allí criaron a Carmen y a Braulia Lina junto a Magdalena, una hija de crianza.
A Carmen le encantaba trabajar con niños desde temprana edad, y dedicaría 24 años como Supervisora de comedores escolares en el sistema de educación pública. Su influencia positiva con las familias de la comunidad hizo que fuera una persona amada y respetada por los maestros y compañeras de trabajo.
Su vida estuvo llena de desafíos, y creció en un hogar donde se practicaba el espiritismo. A pesar de esto, ella gustaba de la lectura, tenía una vena poética, y su pasatiempo favorito era escribir. Fue una mujer dedicada a sus tres hijos, Ferdinand, José Gualberto y Osvaldo. Era una mujer sabia, mesurada, honesta y amorosa pero firme.
Carmen conoció a Cristo a los 70 años y su conversión fue el primer paso de una aventura de fe que la vería llegar a ser una mujer de oración. Su espíritu generoso encontró una canal en la intercesión, y oraba horas para que personas llegaran a conocer a Cristo. Gustaba de memorizar los Salmos, y sus favoritos eran el Salmo 23, 27, 90, 91 y el 121.
En sus últimos años, Carmen aprendió a vivir en la Presencia de Dios. Oraba constantemente, y anhelaba la Venida de Cristo. Ella miraba con grandes expectativas el día de su partida y sus últimas palabras fueron, “estoy agarrada de las Manos de Cristo.”
Le sobreviven sus tres hijos, ocho nietos y diez bisnietos.
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