Roberto García Cebrián, nació en Camagüey, Cuba y se crió en La Habana. Vivió una vida marcada por el amor por su familia, su profesión y un profundo compromiso con la libertad de su patria. Se casó con su amada esposa, Gladys García Arrabal, el 14 de diciembre de 1948. Su matrimonio de 66 años fue un testimonio de su amor y mutuo apoyo, hasta que su querida Gladys falleció el 22 de enero de 2015. Juntos criaron a su único hijo Robert Mario García, quien falleció el 12 de marzo de 2003. Roberto deja atrás a sus tres nietos, Robert, Leia y Aaron, y a sus tres bisnietos, Anthony, Cassidy y Enzo.
Durante su juventud, Roberto se destacó como atleta y talentoso esgrimista. Compitió como parte del equipo olímpico Cubano, ganando la Medalla de Oro en los Juegos Centroamericanos de 1950. Su habilidad como esgrimista le otorgó el reconocimiento en numerosas competencias internacionales y esta fue una fuente de gran orgullo a lo largo de su vida.
Al momento de su fallecimiento, Roberto se desempeñaba como presidente del Gobierno Constituyente de Transición Cubano en Miami, Organización reconocida por el Departamento de Estado del Gobierno Federal Americano. En esta función, él lideró los esfuerzos por un futuro democrático para Cuba y fue un respetado líder dentro de la comunidad cubana en el exilio.
La carrera de Roberto comenzó con sus estudios de derecho, obteniendo su título de abogado en la Universidad de La Habana en 1953. Ejerció como abogado en La Habana hasta dejar su querida Cuba en 1960, en protesta contra el régimen de Castro. Al llegar a los Estados Unidos, continuó su carrera legal, revalidando su título en 1972 y fungiendo finalmente como vicepresidente de Universal Transcontinental Corp.
A lo largo de su vida, Roberto combinó sus logros profesionales con su apasionado trabajo cívico. Como presidente del Círculo Cubano en Baltimore organizó incansablemente a la comunidad cubana en el exilio, apoyando a los refugiados y concientizando a todos sobre la situación en Cuba. Por su legado como defensor de la libertad cubana, hábil esgrimista y buen esposo, padre y abuelo, lo hará ser recordado y apreciado por todos los que lo conocieron.
Roberto Garcia Cebrian, born in Camagüey, Cuba, and raised in Havana, lived a life marked by love for his family, dedication to his profession, and a deep commitment to the freedom of his homeland. He was married to his beloved wife, Gladys Garcia Arrabal, on December 14, 1949. Their marriage of 65 years was a testament to their enduring love and support for each other until Gladys's passing on January 22, 2015. Together, they raised their son, Robert Mario Garcia, who passed away on March 12, 2003. Roberto is survived by his three grandchildren, Robert, Leia, and Aaron, and three great-grandchildren, Anthony, Cassidy, and Enzo.
In his youth, Roberto stood out as a distinguished athlete. He was a talented fencer, competing as part of the Cuban Olympic Team and winning the Gold Medal in the Central American Games in 1950. His skill in fencing earned him recognition in numerous international competitions, and it was a source of great pride for him throughout his life.
At the time of his passing, Roberto was serving as the president of the Cuban Constituent Government of Transition in Miami, an organization recognized by the State Department of the American Federal Government. In this role, he led efforts for a democratic future for Cuba and was a respected leader within the Cuban exile community. Roberto's journey began with his legal studies, earning a Law Degree from the University of Havana in 1953. He practiced law in Havana until leaving Cuba in 1960, in protest against the Castro regime. After arriving in the United States, he continued his legal career, revalidating his law degree in 1972, and eventually serving as Vice President of Universal Transcontinental Corp.
Throughout his life, Roberto combined his professional achievements with passionate civic work. As president of Circulo Cubano in Baltimore, he tirelessly organized the Cuban exile community, supporting refugees and raising awareness of the situation in Cuba. His legacy as a champion for Cuban freedom, a skilled fencer, and a loving husband, father, and grandfather will be cherished by all who knew him.
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