Nació el 7 de febrero de 1957 en la ciudad de Caracas, Venezuela, en un carro y de pie. Su madre, Ana Escalona, le recordaba que eso era buena suerte, pues nació listo para caminar por la vida con determinación. Fue con su madre con quien creció y recibió su educación. Su padre fue Atilio Uztáriz. Pasó su niñez en Venezuela, entre Caracas, Maracay, Falcón, y luego la familia se establecería en la pequeña ciudad de Valera, en el estado Trujillo, a las puertas de los Andes.
Gran parte de su niñez la compartió con sus amados hermanos: David Uztáriz, quien con los años se convertiría en su mejor amigo y confidente; Atilio Uztáriz; Ana María; Susana; y Mariolga, sus queridos hermanos y amigos también. En su niñez estudió la primaria en el Colegio Salesiano de Valera, hizo grandes amigos y vivió innumerables experiencias. Le gustaba defender a sus hermanos. Luego, su madre lo envió al Liceo Militar Jáuregui en La Grita, estado Táchira, donde pasó el resto de su bachillerato, aprendiendo disciplina, esfuerzo y compañerismo, valores que marcarían su vida.
Al terminar el liceo, ingresó a la Universidad de Los Andes, en Mérida, inicialmente para estudiar Ingeniería Forestal; más tarde decidió cambiar de carrera y culminó sus estudios de Administración de Empresas y Contaduría Pública. En Mérida, durante su estancia en la universidad, hizo gran parte de sus mejores amigos, quienes lo acompañaron en los buenos y malos momentos de su vida. Fue también cuando su hermano David le habló sobre los seguros. Rápidamente, Jacobo se interesó por este mundo y vendió su primer seguro mientras aún estudiaba. Poco a poco se dio cuenta de que sería su pasión, pues le permitía conocer nuevas personas, conversar y despertar en otros el interés por esta profesión y ayudarles a que ellos mismos también lo lograran.
Tras graduarse, regresó a Valera dispuesto a expandir su cartera de clientes. Compró su primer carro y se dio a conocer. Los deportes y el ejercicio físico eran otras de las grandes pasiones de Jacobo. En el colegio jugó baloncesto y fútbol; luego se adentró en el tenis, el ciclismo y el gimnasio. Esto lo acercó a varias personas importantes de su vida, incluyendo a dos de sus grandes amigos y a Beatriz Fiorito, quien se convertiría en su esposa en el año 1992, madre de sus hijos: Jacobo Alejandro, Alessandra Beatriz y Bárbara. Su familia se convertiría en su principal enfoque, por quienes respiraba y se levantaba cada mañana; en los momentos difíciles, ellos le daban fuerzas para seguir adelante.
Jacobo fue exitoso en los seguros. Ganó premios nacionales y regionales, convirtiéndose en el agente número uno de la región andina. Esto lo motivó y pronto incursionó en la venta de seguros internacionales, en una empresa importadora y una financiadora. Fue más allá y experimentó con el mercado bursátil y financiero, bonos nacionales e internacionales, volviéndose un corredor de bolsa independiente y autodidacta.
Jacobo hizo todo lo que pudo por su familia, para brindarles una calidad de vida y algunas cosas de las cuales él careció en su niñez y adolescencia. Su generosidad fue más allá de su núcleo familiar: formó personas, colaboró con amigos y ayudó a su familia, incluyendo a sus hermanos de sangre y políticos. Tras años de crecimiento personal y económico, la crisis en Venezuela lo obligó a dejar el país y enfrentarse a un nuevo reto. Se mudó con su esposa a la ciudad de Roseville, California, y, tras unos meses, se asentaron en Lincoln, California, una ciudad pequeña que le recordaba a San Isidro, Valera, Trujillo, donde la familia Uztáriz Fiorito vivió por 13 años.
En California, Jacobo mantuvo su mentalidad de crecimiento, positivismo, compañerismo y calidez. En su transitar por la vida brindó apoyo y consejos a muchos de sus amigos, familiares y compañeros de trabajo, haciéndolo incluso hasta el final de sus días.
Le gustaba bailar, aunque no era conocido por ser buen bailarín. Compartía bromas y anécdotas con algunos de sus hermanos por ser despistado, aunque nunca lo fue en las situaciones importantes. Fue muy trabajador y dedicado, siempre lo hizo por su familia y por dar el mejor asesoramiento a sus clientes, al punto de ser reconocido por muchos de ellos no solo como un agente y asesor, sino también como un amigo. Sus tres hijos eran lo más importante en su vida y, por lo tanto, su razón de vivir. Puso sus metas como padre por encima de las personales; dio todo de sí y se esforzó para que sus hijos tuvieran la mejor educación posible. Estuvo presente en cada momento importante de cada uno de ellos, hasta el día en que se fue de nuestro lado.
Jacobo Rafael Uztáriz Escalona fue una persona como ninguna otra, un hombre que hasta su último aliento veló y se preocupó por su familia. Nosotros, su familia, sabemos lo mucho que significamos para él, y él también significó el mundo para nosotros. Falleció el 15 de octubre de 2024 junto a sus tres hijos y esposa, en la ciudad de Lincoln.
Se ofrecerá una misa en su memoria el día 8 de noviembre de 2024 en la iglesia St. Joseph Catholic Church, en la dirección 280 Oak Tree Lane, Lincoln, CA, a las 4 p.m.
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