puso sus brazos a tu alrededor y te dijo al oído,
“Ven Conmigo”. Con ojos llorosos te vimos sufrir,
y lentamente te fuiste yendo. Aunque te amamos
profundamente no te podíamos detener. Ahora
tu sonrisa se ha ido para siempre. Tus manos no
podremos tocar, nosotros siempre tendremos bonitas
memorias de alguien a quien amamos mucho.
Un corazón de oro ha parado de latir, unas manos
trabajadoras han descansado, Dios nos ha quebrantado
nuestros Corazones para probarnos, una vez más, que
“El siempre se lleva lo mejor”.