Por Charles A. Corr, Ph.D
La relación íntima que compartió con su cónyuge enriqueció su vida y le permitió crecer. Las partes importantes de su identidad fueron definidas y formadas por esta unión especial. Cuanto más profundo fue su apego, mayor fue el aporte a su desarrollo.
De igual manera, cuanto más profundo fue el apego, mayor fue su inversión y mayor es su pérdida. Todo el que ama profundamente tiene el peligro de perder a su ser querido y sufrir las consecuencias de esa pérdida. Si no amara realmente a su cónyuge, no viviría el dolor. Simplemente no le importaría esa pérdida. En otras palabras, solo las personas que evitan el amor pueden evitar el dolor. Pero evitar el amor es empobrecer su vida. ¿Cómo puede ayudarse a sí mismo cuando un cónyuge ha muerto? ¿Cómo puede aprender de su dolor?
Reacciones a la pérdida
"Duelo" es la palabra que usamos para indicar reacciones a la pérdida—sus sentimientos y pensamientos acerca la pérdida, su comportamiento, su búsqueda espiritual o existencial del sentido asociado, así como sensaciones físicas relacionadas y dificultades sociales.
El duelo no es un padecimiento o enfermedad
El duelo es una reacción normal y saludable a la pérdida. Puede ser una experiencia inusual en su vida, pero no es anormal. Puede llegar a pensar que está "perdiendo la cabeza" o "volviéndose loco", pero eso es poco probable. El duelo no es un padecimiento o una enfermedad. El escenario verdaderamente anormal sería que usted haya amado profundamente a su cónyuge, pero que no reaccione de ninguna manera cuando esa persona haya muerto. Por lo tanto, no permita que las personas le digan que "olvide a su cónyuge", que "deje atrás su pérdida" o que simplemente "supere su dolor".
Así que ésta es la primera lección: ¡Honre su duelo!
Eso puede parecer algo extraño de decir. Honrar su duelo no significa que le gustará o disfrutará de esa dolorosa experiencia. Significa, en cambio, que valora lo que ha perdido, valora sus reacciones a esa pérdida porque las entiende por lo que son y de esta manera valora la vida misma.
Conviértase en sobreviviente
Se ha dicho que "la muerte de un cónyuge no es solo un final; también es un comienzo para el compañero que se queda atrás". Al principio, la muerte del cónyuge victimiza a la persona en duelo. Le quita una persona que es muy valorada. Termina una relación preciada. Deja al individuo a la deriva en los mares inexplorados del dolor sin el ancla familiar y la presencia estabilizadora del ser querido.
Sin embargo, esta es la segunda lección: No es necesario seguir siendo una víctima.
Puede transformarse en un sobreviviente al encontrar formas constructivas de enfrentar lo que sucedió. No podrá cambiar el hecho de que su cónyuge ha muerto, pero puede hacer esfuerzos para manejar las implicaciones de esa muerte. Por ejemplo, al reconocer y aceptar su pérdida, puede superar el dolor de su duelo experimentándolo en dosis tolerables. Al hacer esto, no dude en aprender de otras personas que han sufrido un duelo similar.
Mantenga el vínculo con su cónyuge
No necesita "olvidar" a su cónyuge. En cambio, puede reestructurar su relación con su cónyuge para reflejar las nuevas realidades y retos en su vida. Puede forjar vínculos continuos con su cónyuge que lo ayudarán a "amar en la separación" incluso cuando ya no sea posible "amar en presencia".
Pérdidas secundarias
Aprender a vivir en el mundo después de la muerte de su cónyuge le presentará muchos retos nuevos, a menudo sorprendentes. Algunos de estos implican "pérdidas secundarias" que aparecen a medida que se desenvuelve la totalidad de lo que ha perdido.
Por ejemplo, es posible que deba asumir algunos de los deberes y funciones que su cónyuge anteriormente hacía. Además, puede ser que eventos futuros le recuerden su pérdida y desencadenarán nuevos arrebatos de dolor.
Forjando una nueva identidad
También puede necesitar desarrollar nuevas habilidades para enfrentar la nueva realidad de su vida. Sin duda, tendrá que reconsiderar y redefinir su propia identidad, descubrir de nuevo quién es usted ahora que su cónyuge ha muerto y que ya no está físicamente presente en esta vida.
Esta es una serie de tareas de por vida. Tome su tiempo. No intente cumplir con un horario rígido y artificial. Sea paciente con usted mismo. Otros cónyuges en duelo han dicho que aunque su dolor nunca se acabó por completo, sí cambió. La intensidad y la duración de su dolor usualmente se volvieron menos poderosas y menos insistentes, ya que se convirtieron en una parte permanente de sus vidas, y mientras siguieron adelante con su vida. Al hacerlo, a veces puede sentirse culpable, como si le estuviera siendo desleal a su cónyuge. Recuérdese a usted mismo que desarrollar una vida sin su cónyuge es lo que otras personas que realmente lo aman desearían. Sin duda, le desearían lo mejor.
Es poco probable que alguna vez "vuelva a la normalidad" o que vuelva a su antiguo modo de vida. Sin embargo, puede trabajar para desarrollar nuevas ideas de formas de vida normales que le permitan avanzar con una vida productiva y amorosa.
Sobre el Autor
Charles A. Corr, Ph.D., es profesor emérito de Southern Illinois University Edwardsville y ex presidente (1989-1993) del International Work Group on Death, Dying and Bereavement. Las publicaciones profesionales del Dr. Corr incluyen 22 libros y más de 80 artículos y capítulos sobre una amplia variedad de temas relacionados con la muerte.