Nuestro padre, hermano, y abuelo, nació el 20 de Julio, 1927, sus padres Pedro Moreno y Gabriela Rodas, procrearon 4 hijos: Mario, como le llamaban de Cariño, Carmen, Elena, y Santiago. Mario era el mayor, y nació en la ciudad de Sensuntepeque, El Salvador. A la edad de 18 años lo reclutaron para hacer servicio militar, sus padres movidos a misericordia intentaron retirarlo, pero el Valientemente tomo la decisión de quedarse, aunque luego le confeso a sus hermanos se había arrepentido según la tía Elena, sus comidas preferidas en casa eran las Alporas, Quesadillas y Tamales que con mucho cariño se las preparaba su madre que de cariño le llamaba Mama Jella.
De Carácter Respetuoso, firme y Diciplinado, emigro a Honduras a los 20 años, no sin antes dejar cultivado una milpa de maíz que rindió mucho fruto según la tía Elena. La agricultura fue una labor que disfrutaba realizar y que hacía para consumo de la familia. Se radico en Los campos Bananeros desempeñándose el área de caballerizas y transporte de fruta a la empacadora de Bananos. En el comedor que frecuentaba conoció a su futura esposa María de Jesus Bonilla quien lo atendía, al mostrar su interés se presentó con el Tío Nilo a pedir permiso para casarse con ella, desposándola el 3 de Mayo de 1952 en El Progreso, Yoro.
Con María de Jesus estuvo casado 66 años, unión que Dios bendijo con 10 hijos, 23 nietos y 32 Bisnietos, a los 55 años emigro para Estados Unidos a la ciudad de Nueva York, siendo su labor destacada, aprendió a conducir vehículo, se adaptó al inglés y logro su ciudadanía, retirándose a los 65 años, y heredando su ciudadanía a todas sus generaciones, siendo sus mayores deleites disfrutar del futbol y la lectura.
En Honduras libro varias batallas como emigrar a Nicaragua, debido a la guerra de Honduras y El salvador, debiendo hacerle frente al negocio familiar su esposa María de Jesús durante su ausencia, y en Estados Unidos sobrellevo sus cargas de salud y los de su esposa con entereza y dedicación hasta el último día de su vida.
El mayor Legado que nos deja es su ejemplo de vida de moral alta, la dulzura con que sus ojos vieron y abrazaron a nietos y bisnietos cada vez que tuvo oportunidad.
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